Análisis "Toro Salvaje"



Toro Salvaje, más que una película parece un gran documental sobre la vida de Jake LaMotta, historia conocida a nivel mundial, ya que es uno de los boxeadores más famosos y populares del mundo.

Está narrada a través de grandes elipsis temporales con idas y vueltas en el tiempo. El director Martin Scorsese, acercó la cámara a los personajes utilizando a menudo el plano subjetivo y un ritmo acelerado de planos muy cerrados que enfatizaban la violencia de una manera terriblemente cruel.

Los momentos más brutales, que aparecen montados con un ritmo trepidante y con movimientos de cámara bruscos, contrastan con la ralentización de imágenes, utilizada siempre para mostrar la percepción subjetiva del personaje.
Esta ralentización, que aparece en todos los planos en los que Jake observa su entorno de manera reflexiva; como cuando ve por vez primera a Vicky en la piscina, o cuando observa sus movimientos y sus conversaciones con los mafiosos, también podemos ver esa ralentización en la escena de la sangre salpicando al jurado, o la repetición ralentizada de los golpes y los flashes de los fotógrafos.

Aparece un plano secuencia de acompañamiento, rodado con steady-cam, de Jake, antes de que destroce literalmente la cara de un rival que a su mujer le resulta atractivo.
El director juega intercalando imágenes congeladas y ralentizadas de las peleas, rodadas en el mismo blanco y negro con otras imágenes en color que sintetizan los hechos acaecidos en su vida personal: su matrimonio con Vicky, la boda de su hermano, el nacimiento de los hijos, etc.

Música clásica de fondo, donde su ritmo y sus notas no muestran una victoria, muestran algo mucho más triste, podríamos decir melancolía, o en este caso, derrota.
Tenemos en un mismo plano dos historias; un boxeador salvaje y un trasfondo que en este caso habla de su vida privada no tan salvaje pero si muy decadente.

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