Trabajo sobre la película La Joven de la Perla realizado en el curso de Realización de Audiovisuales y Espectáculos.
La Joven de la Perla, es una película que expone
milimétricamente una cuidada recreación histórica, detallada en planos que
destilan una inspiración que va más allá de la excelencia de una puesta en
escena cargada de belleza, donde cada encuadre, dentro de su planificación,
está expuesto como representación pictórica.
Se centra en los momentos en que el pintor, Johanes Veermer,
busca la inspiración para un nuevo cuadro, algo que encuentra en su criada
Griet, quien sin tener estudios de ningún tipo, halla la intuición para captar
los colores y la luz de sus lienzos, pues entiende de una forma natural de luz,
color y composición, (como cuando saca la silla del cuadro).
En la película se consigue plasmar la luz unidireccional,
partiendo de una sola fuente, de la pintura de Veermer. Para ello, se usa poca
o muy poca iluminación de relleno, mucho contraste y se parte siempre de
fuentes luminosas naturales en cada decorado. Además, muchas de las escenas
recrean los cuadros más famosos del pintor.
La imagen es plana, es una pelicula llena de contrastes y
sombras, fuertes contrastes entre la luz del día y la luz de noche. Las escenas
del interior dominadas por tonos anaranjados, cálidos, conseguidos a partir de
la iluminación de las velas, al contrario que los exteriores donde predominan
los tonos azulados, fríos.
La puesta en escena está muy conseguida, con unos decorados
interesantes. Jamás hay saltos y no se ve que la cámara esté al hombro. Uso del
trípode generalmente para los planos quietos, retratos, creando así la
sensación de cuadros, excesivos planos detalle y suavidad en los movimientos de
cámara, para conseguir dar a la película el estilo clásico. Hay también planos rodados
con cámara montada en travelling, combinando movimiento de cámara en vías con
zoom.
Los colores generan la sensación de estar frente a un óleo más
que a un rodaje cinematográfico.
El encuadre, prominentemente medio, nos adentra en un intimismo
constante, intimismo que se da a la vez en la relación entre los personajes
maravillosamente tratados por los protagonistas Colin Firth y Scarlett
Johansoon. Él, solitario, calmo y silencioso, personifica al pintor francés
Johannes Vermeer, ella,
sumisa y apasionada, a Griet, la jóven que llega de sirviente a
su casa.
Pero más que nada es la luz en la película la que llama la
atención. El director de fotografía e iluminación quiso hacer que cada cuadro
en la película pareciera una obra de arte de Johannes Vermeer.
Leticia Santos Armajach.